Este es un blog donde encontraréis cositas varias que ni yo mismo sé que voy a poner, sólo espero que disfrutéis tanto leyéndolo como yo escribiéndolo

miércoles, 7 de mayo de 2008

La soledad de los recuerdos

Este relato es la continuación de "¿Por qué?":


... Ya estoy dentro, ¿Qué es esto? es todo una habitación blanca, no hay muebles, no hay adornos, no hay nada, sólo pared que se mezcla con el techo y con el suelo de tal forma que no se sabe donde está el comienzo y el fin de cada uno. Tengo miedo de andar, no sé si es grande, no sé si es pequeño, no sé si a dos pasos más adelante llegaré al fin y me chocaré con algo. ¿Qué hago? ¿Qué es esto? no lo sé, sólo se me ocurre gritar para ver si alguien me puede oír e indicarme la salida. No, espera, pero si acabo de entrar, la puerta por la que entré tiene que estar detrás de mí. No está, ¿Qué ha pasado? no hay puerta, estoy en medio de la nada, todo es blanco, todo es brillante, todo está vació, no hay a mi alrededor más que el aire que respiro. Quizás sea mejor así, por lo menos aquí no huyo de nada, sólo miro, pero ¿Qué miro? donde mire todo es igual, no hay nada que marque una diferencia. “¡¿Hay alguien?!” ya está, ya he gritado, pero habrá alguien que me responda, seguro que sí, es cuestión de esperar. Escucho una respiración pero por todas partes, ¿de dónde viene? “Hola, Alejandro”. “¿Qué es esa voz? ¿Quién eres? ¿Dónde estás?, da la cara”. “Tranquilo chaval, no soy nadie a quien puedas temer, ni a quien puedas ver, no te voy a hacer daño, tú sólo mira”. “¿Donde? todo es igual”. “No, tu mantén los ojos bien abiertos y verás”. Esto es muy extraño, no sé que pasará, dice que no tema, ¿me debo fiar de esa voz?.Tengo miedo, mucho miedo, ¿qué tengo que ver?, yo no veo nada, nada más que blanco. Espera veo algo. Es mi padre, está conmigo jugando a las canicas en el porche de casa, se me ha ido una canica por la alcantarilla, es la que me regaló cuando vino de Francia, le tenía mucho cariño, dice que se lo encontró a los pies de la Torre Eiffel. Si hubiera jugado bien, en lugar de enfadado aquel día porque mi padre había tardado un día más en volver de su viaje por Malta, no la hubiera perdido. Pero ya no hay vuelta atrás, precisamente tuve que perder aquella. ¿Por qué está esto reflejado en la pared? Es algo que creía olvidado, y dice que no me haría daño, menuda pamplina, esto hace más daño que cualquier otra cosa. No me porté bien, eché las culpas a mi padre de aquello, aunque lo hice yo, y creo que fue conscientemente, quería dar una lección a mi padre, pero fue una lección a mí mismo. ¿Por qué tengo de pronto tantas ganas de llorar?. “Llora tranquilo Alejandro, sólo quería que lo hicieras y te dieras cuenta de qué es lo que pasa cuando uno echa la vista atrás pensando solo en una cosa, sin nada más, todo en blanco menos un recuerdo, la ruptura con tu padre.” Otra vez esa voz, pero lleva razón, ahí fue donde mi padre y yo nos distanciamos, nunca entendí que él no estuviera todos los días en casa como los padres normales, yo no quería un padre que me trajera regalos de donde viniera, quería un padre que estuviera conmigo para vivir la vida. No veo nada, me secaré las lágrimas… ¿Qué es eso? la pared se está abriendo sólo hay oscuridad, está muy negro. Supongo que tengo que entrar, pero está muy oscuro no veo nada. Hace frío ahí, ¿Qué habrá?...

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