Este es un blog donde encontraréis cositas varias que ni yo mismo sé que voy a poner, sólo espero que disfrutéis tanto leyéndolo como yo escribiéndolo

martes, 30 de diciembre de 2008

El río que nunca paraba de fluir



Y sonó aquel suspiro último ante la muerte del esfuerzo que llevaba realizando en busca de la Libertad, esa que tanto ansiaba y suspiraba y se esforzaba por conseguirla. Esa estaba ya delante suya, con la mirada penetrante de quien no se deja tocar, con la mirada sabia de la sabiduría libertina, esa, que con manto rojo de la sangre derramada por ella, está quieta y alzando en sus brazos una paloma, esa que no habla pero dice cosas con el susurrante mirar de sus ojos. El suspiro hizo le llegar, palparla con sus manos, sentirla como verdadera por un instante. Pero aquella libertina y valiente, salvaje y verdadera, desapareció dejando tras de sí unas tinieblas de desilusión y confusión, de suspiros esforzándose en dar respuesta a todos los interrogantes. Y es que esa señora libertina y valiente, salvaje y verdadera nunca estará a nuestro lado, nunca, ni en la muerte, ni cuando el último suspiro de aliente se esfuerce por salirnos. Nunca seremos libres pues la libertad siempre estará controlada por el sentimiento de saber que somos libres. Una vez y otra vez, esa libertina y valiente, salvaje y verdadera desaparecerá y de nuevo suspiraremos por comenzar el esfuerzo de sentir que la tocamos, un instante antes de que volvamos a suspirar…

jueves, 18 de diciembre de 2008

Quien quiera oirme que calle


Y cuando mi inspiración parecía perdida, durante una conferente tremendamente aburrida, una persona me dijo que escribiera algo y salió este poema:

Y quien quiera orime que calle
y que encuentre en mis palabras
más absoluto silencio que cante
sin más versos ni cantadas
que aquellas que con música se hallan.
Porque quien quiera mil palabras
conseguirá que me calle
y encuentre en mi silencio
las palabras que estaré cantando,
cantando que no sintiendo,
sintiendo que no callando.

martes, 2 de diciembre de 2008

Legión de teclas

Ahí están, como una legión de soldados esperando las órdenes de mis pensamientos…

Sé que sólo son teclas, pero las teclas forman letras, las letras palabras, las palabras frases, las frases textos y los textos, mis pensamientos…

…¿Qué sería de mis pensamientos sin las palabras que lo expresaran?...
…¿Qué sería de las palabras sin el peso de un significado?...
…¿Qué sería de un texto sin un pensamiento?...
…¿Qué sería de unas teclas sin palabras que formar?...
…¿Qué sería de los textos sin las palabras?...

¿Qué son los textos?...Sólo palabras, sólo pensamientos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Un te quiero sale del alma y se refleja en los ojos…


Te quiero. Muchas veces se oye estas palabras en el día a día, pero su uso puede ser incorrecto, de hecho, es incorrecto en muchos casos.
El te quiero no es ese que se dice cuando se necesita ayuda, es el que se dice cuando te han ayudado
El te quiero no es ese que se dice en la cara y por la espalda te dan puñalás
El te quiero no es ese que se dice por cumplir, se cumple si se dice

Un te quiero ha podido inspirar a grandes poetas, pero nunca será más bello que las dos palabras en sí y el sentimiento que encierra.

No tiene porque decir que se está enamorado de la persona a la que se le dice, también puede ser dicho a un amigo o amiga porque le quieres, porque forma parte de ti…

Un te quiero no es un regalo, es una recompensa por ganarse un rincón en nuestros corazones.

Un te quiero sale del alma y se refleja en los ojos…

jueves, 13 de noviembre de 2008

La canción más hermosa del mundo

Quizás no sea la canción más hermosa del mundo, pero a mí es una que desde siempre me ha gustado mucho, y por ello la voy a poner aquí:

Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,

un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,

mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero,
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.

Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera,
a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante,
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,

al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.

Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes,
dando clases en una academia de cantos de cisne,
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario,
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera,
heredé una botella de ron de un clochard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.

Nunca pude cantar de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.

Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

[Joaquín Sabina]


martes, 4 de noviembre de 2008

Perder es ganar... y viceversa


Hay quien intenta poner el galardón de la traición a quien compite con sus armas del bien y de la amistad. Y es que la vida es así, una eterna ganancia para los que deberían obtener con sus actos sólo tristeza y desgracia, y una pérdida interminable a quienes deberían heredar el siempre prometido y nunca, o al menos nadie lo ha corroborado, dado “reino de los cielos”. Quizás en el cielo de los obligados perdedores haya habido un golpe de estado y sea la dictadura del injusto ganador la que imponga las leyes para poder acceder a él, quién sabe, todo es posible en la viña del señor, eso dicen.

Yo prefiero perder, ganar en tristeza, sufrimiento, en dolor, porque al fin y al cabo no es más que ganar en experiencia para poder tratar con los ganadores que sólo ganan mentiras, felicidad efímera y mentiras.

martes, 28 de octubre de 2008

Escuchando la magia en mis oídos


Escuchando la magia en mis oídos
tras regresar de los años ochenta
sentado en el autobús del olvido
pero que a veces recuerda.
Mirando por la ventana al cielo claro
las nubes ponen la nota discordante dentro de él
y las torres de hierros y cables camuflados
sirven para que las nubes se vayan a esconder.
El cielo claro se despierta con el abrazo
que nos da la columna de nube artificial
nubes de hedor, de tabaco y alquitrán
que se posa en la calzada, su regazo.
El viento mueve el abrazo de la nube
un día el poniente, otro el levante
pero siempre, siempre sube
dispuesto a cautivarte.
En el cielo azul una gaviota vuelta
va camino del buffet que su comida día tras día le dio
pero se topa con la nube que sale cada mañana
y ya hasta las gaviotas tienen cáncer de pulmón.
Que bello sería ver el cielo azul
y ver al sol vestido de fiesta y a la luna de tul.
Vámonos de paseo por la vida a ver morir la gaviota
vamos a ver los abrazos que van de boca en boca.
Escuchando la magia en mis oídos
tras regresar de los años ochenta…

lunes, 27 de octubre de 2008

No dudaría

Una de las grandes canciones de la historia con un mensaje que no debe pasar desapercibido, Antonio Flores y su "No dudaría":

Si pudiera olvidar
Todo aquello que fui
Si pudiera borrar
Todo lo que yo vi
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Si pudiera explicar
Las vidas que quite
Si pudiera quemar
Las armas que use
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Prometo ver la alegría
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca mas
Usar la violencia

Si pudiera sembrar
Los campos que arrasé
Si pudiera devolver
La paz que quité
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Si pudiera olvidar
Aquel llanto que oí
Si pudiera lograr
Apartarlo de mí
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Prometo ver la alegría
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca mas
Usar la violencia

Prometo ver la alegría
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca mas
Usar la violencia

[Antonio Flores]

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Antonio Flores


Rosario Flores



miércoles, 22 de octubre de 2008

Hoy puede ser un gran día

Aquí os dejo con una canción de Joan Manuel Serrat que tiene un mensaje de optimismo total, vamos a aplicárnoslo porque "Hoy puede ser un gran día":

Hoy puede ser un gran día,
plantéatelo así,
aprovecharlo o que pase de largo,
depende en parte de ti.
Dale el día libre a la experiencia
para comenzar,
y recíbelo como si fuera
fiesta de guardar.
No consientas que se esfume,
asómate y consume la vida a granel.
hoy puede ser un gran día,
duro, duro con él.
Hoy puede ser un gran día
donde todo está por descubrir,
si lo empleas como el último
que te toca vivir.
Saca de paseo a tus instintos
y ventílalos al sol,
y no dosifiques los placeres,
si puedes, derróchalos.
Si la rutina te aplasta
dile que ya basta de mediocridad,
hoy puede ser un gran día
date una oportunidad.
Hoy puede ser un gran día
imposible de recuperar,
un ejemplar único,
no lo dejes escapar.
Que todo cuanto te rodea
lo han puesto para tí,
no lo míres desde la ventana
y siéntate al festín.
Pelea por lo que quieres
y no desesperes si algo no anda bien,
Hoy puede ser un gran día,
y mañana también!

[Joan Manuel Serrat]

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Versión de Joan Manuel Serrat


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Versíón de Chambao


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Versión de Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, Ana Belén y Victor Manuel



domingo, 19 de octubre de 2008

Caminando por el Libro de la Selva


Al leer la crítica "El libro de la selva" en el blog de mi amiga Clementina, me dispuse a comentarle y me salió otro artículo crítico que a partir de ahora pasa a formar parte de mi rincón:


Parece mentira como en este país, no se si en otros del mundo, los programas llamados del corazón o de la prensa rosa, ocupaban esos primeros puestos en las listas de audiencias en detrimento de programas cuyo contenido podría enseñar, culturizar, educar, informar al fin y al cabo, que veían como los espectadores (esa gran masa inerte que sigue al más poderoso) los consideraban como programas aburridos y sólo dignos de ser emitidos con el motivo de echar una buena siesta. Pero algo tiene esa televisión rosa, esa telebasura que muchos llaman, y es que engancha al espectador, como un libro engancha a un lector, pero como en la lectura, puede enganchar algo malo y algo bueno, y normalmente lo malo, lo que carece de algo más allá de puro y mero entretenimiento, es lo que suele enganchar. Aquí gusta el morbo y los mayores fabricantes de morbo son los mayores comunicadores de este país, aunque su carrera se resuma en haber investigado e informado sobre las diversas novias que ha tenido el padre de Jesulín de Ubrique.
Pero también podemos preguntarnos ¿Por qué se recurre a este tipo de programas? Puede ser que la respuesta no esté tanto en este tipo de programas, sino también en los demás, en esa mayoría que si tratan temas de sociedad vemos la cruda realidad del maltrato, la pederastia, los asesinatos, etc. si tratan la política vemos las mentiras de uno y otro bando sólo en beneficio de su propio interés sin tener en cuenta al pueblo, si tratan de economía nos hacemos eco de esa crisis que nos asola. Realmente los programas rosas hacen que, ante los quebraderos de cabeza que nos dan las otras ofertas televisivas, huyamos a temas más vanales e insustanciales que despejarnos y olvidarnos de esa realidad que nos tiene atrapados.
Quizá, en esta selva, ni las flores son tan bellas ni las víboras tan venenosas, que todas tienen peligro en forma de alérgico veneno.

Pensando en que pensaba sin pensamientos


Este es un pasodoble que escribí para esa chirigota que no vamos a poder sacar en 2009. Lleva música mía y la letra logicamente también lo es, espero que guste:

Pensando en que pensaba sin pensamientos
buscando un futuro que algún día pasó
mi mente le da vueltas a ese destino
que me aguarda ese recuerdo cuando jamás sucedió.
Vivo dentro de mis sueños la realidad que quisiera
vivo dentro de la vida el sueño que yo durmiera
abrazándome al sentido de la mente
aquel que me deseó constantemente
pero nunca deseó ser realidad
Pensando en que pensaba yo sin pensamientos
confundí los sentimientos: dolor y felicidad.
Me imaginé volar
aviones de papel
trazando al vuelo mil mariposas
me imaginé cantar
canciones del ayer
e imaginé que eran claras las sombras.
Pensando en que pensé
que todo era verdad
cuando tan sólo era fantasía.
Y ahora futuro lo veo tan claro
como ese rescoldo que dan las cenizas
y por el cielo vuelan mariposas
con seria sonrisa, con seria sonrisa.


sábado, 11 de octubre de 2008

A la luz de la vidriera


En la soledad de mi celda, tan oscura y siniestra como la palabra de Dios misma, escribo esta carta sin receptor alguno, sólo con la idea de que alguien en algún momento de la historia pueda detenerse a leerla.
Soy un fraile que vive recluido en este monasterio donde fue a parar creyendo que en él encontraría la luz divina, pero la luz divina no la transmiten las grandes vidrieras que adornas las fachadas catedralicias ni los grandes cirios que iluminen los altares más lujosos de las grandes basílicas, la luz de Dios no es algo ligado a la iglesia, ni a sus hacedores.
Quien quiera encontrar la paz con una simple confesión ante una sotana, no encontrará más que una excusa barata para rezar y sentirse culpable. La verdadera paz es aquella que debemos perseguir más allá de estos muros que me encierran. No sé bien qué hay en el exterior, pero de todos, soy el que más contacto tiene con la libertad.
Un niño, harapiento, churretoso y desnutrido, todas las noches viene a mi ventana y a cambio de un pedazo de pan me cuenta qué sucede en los mundos profanos. No puedo hallar en sus palabras más que miedo, horror y tristeza. Sólo son peleas, asesinatos, robos, saqueos y demás violaciones de los santos mandamientos que diera Moisés. Sólo son esos los mismos que vienen a confesarse una vez en semana y que una vez que salen del templo vuelven a dar motivos por los que poder confesarse pasados siete días. ¿Qué tendrá este templo que conduce a la oveja descarriada? Será la luz de las vidrieras aquellas que inundan de paz lo que es guerra en la luz del sol sin camuflar. Tal vez sea este el templo de las mentiras y la calle el templo de las verdades, o quizá sea al revés.
No se si esto se volverá a leer en cualquier otro momento, pero si es así, espero que la guerra sea dentro de estas paredes y fuera exista la luz de las vidrieras, pues esto es sólo un templo al que acudir una vez en semana y aquello la calle donde vivir toda una vida.

Fray José de Cádiz

domingo, 5 de octubre de 2008

El cuento


Hoy es el cumpleaños de una persona muy especial para mí y hace un tiempo le conté un cuento que ahora quiero poner aquí, tal cual salió, sin retoques de ningún tipo, como felicitación:

Érase una vez que se era, en un país muy lejano nació un rusito (ya no hace falta decir el país) desde pequeño sentía algo que no sabía que era pero que cuando veía una mesa le hacía marcar un compás con sus nudillos de tal manera que todos quedaban asombrados pues sacar un compás en un mostrador de mármol es muy complicado.
Un día decidió visitar el mundo, quiso ir a Italia, pero como los aviones son así, él apareció en Cádiz. Se dice que Italia es muy bella pero cuando leyó en un cartel "Cádiz" supo entonces lo que era la belleza. Paseó y paseó por esas estrechas calles con cañones en las esquinas, una ciudad protegida sin duda alguna, a pesar de que sus murallas están abiertas a quien quiera entrar. Los habitantes de esa ciudad eran muy extraños, uno, hombre por su barba, llevaba una caperuza roja y una faldita con delantal, otra, mujer por sus ojos, llevaba una barriga postiza y una barba de plástico. Se lanzaban unos a otros unos papeles recortados muy pequeños y de colores y unas tiras que escapaban de aquí para allá. Quiso ver algo de orden, pues en unas carrozas iban subidos más de 40 policías, pero en lugar de imponer orden, armaron jaleo tocando y cantando unas piezas muy curiosas, será que la música amansa a las fieras. Siguió caminando cuando de pronto, a la altura de un parque que pertenecía al señor Genovés, por un alguien italiano, miró hacia un edificio con unas columnas que tenían pinta de despellejar si te apoyabas en ellas. De entre las columnas surgió una mujer. Vestía una larga túnica antigua, como una griega más, pero por su belleza era la reina más bella, la diosa de la belleza quitándole el puesto a la misma afrodita.
Quedando maravillado por la belleza fue tras ella y comprobó que era rusa al igual que él. Descubrieron que los dos habían ido a parar a aquel rincón tan extraño empujados por ese compás de nudillo. Entre charlas rusitas caminaron y fueron a parar a ese rincón donde los vientos pelean por ser quien la acune, esa playa, la Caleta. No les quedó más remedio que silenciarse al contemplar la puesta de sol más bonita que ningún pintor podría captar jamás. Cuando el último rayo besó las aguas caleteras, los dos rusos se miraron y se dieron un abrazo y un beso tan grande que hasta comenzó a saltar otro viento, meciendo las barquillas.
Desde entonces cada noche van a ese lugar y reviven el momento.
Luego, después del abrazo, se levantaron y se fueron paseando por el campo del sur hablando de sus cosas y recordando el paisaje más bello jamás visto. ¿La caleta? no, el rostro del otro al abrazarse.

Porque los cuentos pueden llegar a hacerse realidad.


sábado, 27 de septiembre de 2008

Destellos de cada tarde


Y dicen que cuando el sol acaricia la tierra el destello de luz que se pierde por ella alcanza las manos y los ojos de los sueños de quienes los ven. Caminando al horizonte, de despedida un beso, hacía aquel planeta honesto que de vista va a perder con la última luz que ve el cielo, con la primera luz que ven las aguas que casi en sus aguas nace y renace en cada atardecer. Una playa, un campo, una ciudad, una eterna persecución hacía la mar del sol que quiere enjuagarse y refrescar sus encendidas brasas que ayudan a iluminar. Una mano por la luna y la otra por el sol, dos destellos luminosos de la tarde celoso por no tenerlo está dios.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Un cuento sobre el agua


Una canción del último álbum de "La Oreja de Van Gogh", un grupo que dejé de escuchar pero que ha vuelto a llamar a mi puerta. Quizá no es la mejor canción del disco, pero me gusta mucho la letra, esa canción es "Un cuento sobre el agua":

Quisiera ser la lluvia que empapó tus ojos negros pidiéndome un beso
Quisiera ser el viento que sopló dejando tan gracioso cabello
Parando el tiempo en mi corazón

Quisiera ser el tallo de la flor con la que hiciste en mi boca el silencio
Quisiera ser la luz que iluminó tu rostro aquella noche de febrero
Cuando en secreto escuché tu voz

Quisiera ser la brisa que acaricia tu sonrisa
En el mar en la montaña o en el cielo azul de abril
Quisiera ser un verso dentro de tus pensamientos
Que recuerdes mi mirada suspirando en la ventana
Imaginando que apareces tras de mí

Y que me cojas de la mano que me susurres que has llegado
Que me prometas que a mi lado eres feliz
No haré preguntas no habrá recuerdos
Haré que tu pasado sea sólo un cuento
Que sobre el agua un día el viento escribió

Quisiera ser la estrella
Que pasó durante el tiempo que fuiste sincero
Quisiera no ser nunca la pasión
Que tú estafaste en los siguientes puertos
Diez mil mentiras por un favor

Quisiera ser la brisa que acaricia tu sonrisa
En el mar en la montaña o en el cielo azul de abril
Quisiera ser un verso dentro de tus pensamientos
Que recuerdes mi mirada suspirando en la ventana
Imaginando que apareces tras de mí

Y que me cojas de la mano que me susurres que has llegado
Que me prometas que a mi lado eres feliz
No haré preguntas no habrá recuerdos
Haré que tu pasado sea sólo un cuento
Que sobre el agua un día el viento escribió
Que sobre el agua un día el viento escribió
Que sobre el agua un día el viento escribió
Quisiera de la lluvia que empapó tus ojos negros pidiéndome un beso

[La oreja de Van Gogh]



sábado, 13 de septiembre de 2008

Una playa llena de huellas


Porque nuestra vida es una playa, playa de arena por donde caminan las personas que pasan y se van, pero que dejan una huella clavada en la tierra… huellas que pueden irse como el viento se va, y huellas que quedarán imborrables porque el caminante ha pisado tan fuerte que ha grabado su nombre en la arena, así, fuerte, tan fuerte que ni una ventolera, ni una ola podrá quitarlo… Las sonrisas, los baños, los juegos, el sol, la luna, nunca acabarán y estarán presentes siempre en la playa, con las mismas o con otras personas, pero siempre teniendo presentes las huellas de los que pasaron y siempre volverán…

Porque nuestra vida es una playa de arena llena de huellas…


viernes, 5 de septiembre de 2008

Con la voz de mis escritos

Estoy a solas con la voz de mis escritos, aquella que me acompaña cuando fluyen de mi mente las ondulaciones marinas que llenan mis textos. Hay una ciudad lejana a orillas del mar donde me encuentro, pero no pasa en ella nada más que lo que no veo, lo que no siento, pues sólo siento el que estoy escribiendo y que mi voz me habla y me dicta frases y versos para con ellos dibujar a base de palabras en mi mente la imagen de mi orilla de pensamientos en la que baño mis pies para refrescar los lamentos del calor de aquella lejanía, ahora cercana, en la que me encuentro. Bañando mis pies en tu suelo, con plata los voy cubriendo y mi voz ya me está diciendo lo que voy escribiendo, lo que siento o, tal vez, sólo pienso.

La voz de mis escritos me deja a solas en la orilla esperando la barquilla que entre las piedras encalle y cure de las piedras mis heridas y me lleve a escuchar a otra parte.



jueves, 28 de agosto de 2008

Para Llevarte a vivir

Aquí una canción del cantaautor portuense Javier Ruibal. La escuché en un programa de televisión y me gustó mucho.




De lo dicho sin pensar
de lo que callo y no digo
de las cosas por pasar
de las trampas del azar
de las cartas del destino
tengo un lapiz colorao
con un librito guardao
para escribirlo contigo
Si la suerte inoportuna
te jugara una encerrona
si no hay salida ninguna
si la gracia y la fortuna
se apartan de tu persona
Tengo un farolillo verde
por si de noche te pierdes
y la luna te abandona
Tengo la rosa de oriente
el oro del sol naciente
y lo que quieras pedir
tengo el mapa del tesoro
tengo el palacio del moro
para llevarte a vivir
De todo lo que besé
no doy beso por perdido
pa´ que me vuelva a morder
con la locura de ayer
tu boca contra el olvido
Guardo un beso de reserva
para rodar por la hierba
cuando te vengas conmigo
El sur que te prometí
tiene al sur otra frontera
las cuerdas de mi laúd
siguen buscando la luz
más al sur de la quimera
Tengo una playa desierta
y una calesa en la puerta
para lucirme a tu vera
Tengo la rosa de oriente
el oro del sol naciente
y lo que quieras pedir
tengo el mapa del tesoro
tengo el palacio del moro
para llevarte a vivir

[Javier Ruibal]


jueves, 21 de agosto de 2008

Fuego y agua


Si uniéramos el agua y el fuego tendríamos un elemento indestructible. Destruyen (inundaciones e incendios), dan vida (calma la sed, da de comer) dan luz (reflejo del sol, hoguera en la noche). ¿Cómo dos tan parecidos no pueden acabar juntos?, porque el agua mata al fuego y el fuego mata al agua.
Pero a veces se atraen, porque a veces el fuego se une con el agua, para formar el humo. Igual que dos personas se unen para formar una amistad, o un amor.
Porque el fuego y el agua, con sus parecidos y sus diferencias no son más que eso, amigos que, por causas del destino, están predestinados a no estar juntos, aunque se buscan porque el fuego se enciende para ser apagado por su amigo el agua.

No es más que agua en fuego, no es más que fuego en agua, no son más que amigos separados, pero unidos…


…Ver llover gotas de fuego que queman el corazón…

miércoles, 13 de agosto de 2008

El jardín de tus secretos

Abro los ojos y veo un gran jardín que se expande ante el horizonte que dibujan mis pupilas. Hay árboles, palmeras de diversos tamaños, flores de todo tipo y colores, aunque predominan las de color rojo que llenan cada una de las orillas de los caminos que me llevan al centro. Allí, donde los caminos terminan hay una fuente y a su alrededor crecen dos escaleras que conducen a un piso superior tan inundado de verde y belleza, y tan espeso en su longitud que parece no acabar, como si a cada pestañeo creciera un poco más.
A los pies de la fuente hay una pequeña loza en la cual hay escrito algo: “El jardín de tus secretos”. Suena en mi voz esta frase y un escalofrío me recorre de arriba abajo y en inverso recorrido. De la espesura aparece un animal que nunca antes había visto. Tiene un cuerpo muy largo con algunas manchas cuadradas que simétricamente cubren el tronco del animal, su cabeza es la de un perro que con colmillos protuberantes y una lengua kilométrica da paso a unos ojos de gato que hipnotizan. La cola era la de un reptil, un cocodrilo parece ser. Doy un paso atrás asustado por tan extraña criatura, aunque no dejo de observarla. Sube las escaleras y se marcha corriendo. No sé porque razón pero estoy corriendo tras ella, no puedo parar de perseguirlo, pues su figura al correr me atrae y me trasmite una curiosidad que hace que mis piernas se muevan tras él.
Tras algunos minutos de carrera, el animal desaparece y allí estoy yo. Solo ante una nueva fuente, mucho más grande que la anterior, medirá unos tres metros. Es de piedra y tiene tallados unos ojos preciosos bien abiertos y otros ojos medio cerrados. De los abiertos caen lágrimas que van a parar a la base de la fuente que está tallada como brazos acunando al llanto. Los ojos medio cerrados apenas desprenden un hilo de agua que va a parar al mismo mar. Cuando las lágrimas llegan ahí se vuelven sangre, la fuente acuna la sangre como lágrimas de los ojos.
De pronto, el extraño animal se posa a mis pies y arranca de sus entrañas un alarido tan sonoro que los árboles, que sombra me dan, juntan sus copas y tapan por completo al sol. Todo está oscuro… abro los ojos, pero no veo más que vetas de madera madera.


sábado, 9 de agosto de 2008

El blues de la generación perdida

Anoche fue el concierto de Amaral en la playa Victoria de Cádiz. Sólo decir que genial se queda corto para calificar el conciertazo que ofrecieron estos artistas ante un público que llenaba totalmente la playa hasta donde alcanzaba la vista.
Aquí os dejo una canción de las que más me gustan del último cd. Dos vídeos, uno del concierto de anoche, grabado con la supercámara de Gadi y el otro es un montaje que encontré en youtube y donde sale la canción entera al menos.



"Dices que yo
No tengo casi nada en la cabeza
Me miras, me juzgas, me condenas
¿Qué importa mi opinión?
Dices que yo
No he combatido en un millón de guerras
Que me da igual la voz de la experiencia
Dices que yo
Me dices que yo

Dices que sólo soy una veleta
A la que el viento se lleva sin querer
Dices que sólo soy una cometa
Que se eleva y que un día va a caer
Dices que yo
A veces te resulto incomprensible
Mitad vulgar, mitad un ser sensible
Dices que yo
Dices que yo
Escribo solamente tonterías
El blues de una generación perdida
Dices que yo
Me dices que yo

Dices que sólo soy una veleta
A la que el viento se lleva sin querer
Dices que sólo soy una cometa
Que se eleva y que un día va a caer

Si yo pudiera me llevaría la tristeza
De tu cabeza, de tu cabeza

Dices que me pierdo a cada instante
Que el futuro está en el aire y mi vida del revés
Ya sé que siempre dices lo que piensas
Por eso siempre escucharé aunque me duela
Cómo me dices que sólo soy una veleta
A la que el viento se lleva sin querer
Dices que sólo soy una cometa
Que se eleva y que un día va a caer"

[Amaral]



lunes, 28 de julio de 2008

La vida son tres y una ola de playa


Pasado, presente y futuro
la vida son tres y una ola de playa
esa misma que nos cubre de murallas
de gotas de agua, de sal y de oscuro
con un de agua corazón tan puro
que la vida hace que se vaya.
El pasado es la ondulada que vemos que se acerca,
el presente es la tormenta del romper en nuestra cabeza,
el futuro es el surgir plantando cara a la historia
que se volverá a repetir cuando llegue otra ola.
La vida es una marea,
de pleamar a bajamar,
con las olas que rodean
los sueños del despertar
y sufren las gotas saladas
que creen no llegarán a mojar
en la espuma de la orilla
de la playa de la felicidad.
Pero tarde o más temprano llegará a la orilla
y se quedará durmiendo al lado de una caracolilla
que le cantará de noche los días en que era una gotilla
más dentro de un mar de maravillas.

lunes, 21 de julio de 2008

Calle Melancolía

Una canción preciosa de Joaquín Sabina, "Calle Melancolía":

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía

[Joaquín Sabina]

miércoles, 16 de julio de 2008

Las noches silenciosas donde tantas cosas se hablan


Porque las noches producen esa sensación mágica que a veces sólo se explica escribiendo cosas como esta. La luna ofrece a nuestra alma un mundo lleno de fantasía y posibilidades, sólo hay que saber acertar y visitar ese mundo extrayendo de él todo lo que se pueda. Porque la noche tiene la capacidad de hacernos soñar con cosas que queremos y odiamos, que deseamos o detestamos, pero al fin y al cabo soñamos, porque soñar es una manera de escribir con imágenes, sin letras, escribir en nuestra memoria olvidadiza algo vivido sin vivir. La noche es mágica, y la magia cautiva…
La magia que se produce en una noche de reír, de llorar, de sufrir, de disfrutar, de cantar, de bailar, de hablar, de mirar, de pensar, de contemplar, de vivir, al fin y al cabo vivir, a la luz de la luna, esa que tiñe de plata el dorado que el sol le da al mundo, esa que hace de plata la vida y la magia de vivir…

viernes, 11 de julio de 2008

Amistad, dame tu mano


Dame tu mano siempre
hasta cuando no la tengas
dame tu mano siempre
cuando te rías, cuando llores
dame tu mano, simplemente
y que el mundo se detenga
dame tu mano para siempre
y que el fuego sea de flores.

No me niegues esa mano que te pedí
no me niegues esa mano que antes te di
no me niegues esa mano que siempre es tuya
que mi mano no hace tratos con la que duda.

Y cuando llueva, cuando nieve, cuando truene…
Y cuando ría, cuando llore y cuando sueñe…
Y cuando tenga la solución a mis problemas
hallaré en tu mano una de mis respuestas.

Amistad dame tu mano que te quiero escribir
para que sepas que contigo soy, seré y fui
tu amigo, amigo de ti, tu amigo, amigo de ti.

miércoles, 9 de julio de 2008

Solo andando con tu voz


¿Quién compone las piedras de la calle que piso?
¿Quién busca su ave de paso mirando al paraíso?
¿Quién ve en la sombra oculta un compromiso?
¿Quién quiso hacer lo que nadie más quiso?

¿Quién olvidó mirar alrededor
para poder contemplar en la oscuridad
la condena de sola soledad
de estar solo andando con tu voz?

¿Quién mandó al tiempo para matar las que pisan?
¿Quién se dedicó a doblar las sonrisas?
¿Quién pintó de negro las sombras que avisan?
¿Quién condeno a ser viento la brisa?

¿Quién olvidó mirar alrededor
para poder contemplar en la oscuridad
la condena de sola soledad
de estar solo andando con tu voz?

lunes, 30 de junio de 2008

Como una enamorá

Un martes más ahí está ella. Un martes más con su eterno mirar asomada a la balautrá de la Alameda gaditana. Un martes más contempla los colores que hace ya dos años se le borraron de sus vestimentas. Andando lentamente con la mirada en la mar ajena a todo lo que a su vera va a pasar, ajena a otras vidas y otro martes que contar.
Un roete blanco como la cal de su patio de vecinos daba la alerta al cielo de que aquella miradora de martes y atardeceres estaba apunto de cambiar años por siglos. Un pañolón tan negro como el cielo de la noche que ella esperaba abrigada de los fríos vientos de poniente que en los pliegues de su piel venteaban era el trono perfecto para aquella enamorada.
Como la que espera a su amor, inquieta mirando al mar, como la que espera su amor busca en su bolsa ese pan. Esa mijita de pan que no se quiso comer para alimentar su amor y podérselo ofrecer. Y sin más demora que lo que duraba el batir de unas alas, desde la mar salada salió una paloma que la cortejaba, a su vera se posaba y la miraba como miran los amores. Comió de la mano que de comer le daba, aquella adornada por dos alianzas, la unión de dos amores en una mano y tres corazones.
Una vez que el beso de pan se fue a acabar y a volar al mar azul ella miró una vez más al cielo que se oscurecía y pensó en que quizás, quizás llegó ese momento que tanto quería. Ya no servía más que para dar de comer a una amiga, un amante que la espera día tras día para dar alegría a su corazón. Quiso ser la paloma que comía de su mano y quiso salir de aquella jaula donde la encerraron al nacer y que no quería ser presa, quería la libertad de volar y en los mares envejecer.
Salió de aquella jaula de vida, de roetes blancos, de patios de vecinos, de pañolones negros, de aquella bolsa, de dos anillos. Y voló por los mares, voló y aquella paloma jamás a pisar tierra volvió, ¿para qué? si estaba en los mares comiendo migas en las manos de su amor.

lunes, 23 de junio de 2008

La Fenicia y Neptuno

En 2007 fue la pregonera del Carnaval de Cádiz la cantante Pasión Vega, que es mi favorita, creo que es la mejor voz femenina de España en este momento. Aquí dejo un vídeo de un momento de su pregón en el que canta con Javier Ruibal unas piezas que son realmente preciosas:





- Hoy quiero ser tu guía pregonera
vente en mi carro a pasear
quiero que tú te sientas marinera
y que navegues nuestra ciudad.
quiero enseñarte lo que nos limita
al norte, al este, al oeste y al sur
toca nuestra cultura soberana
siéntete gaditana y báñate de azul.
- Al norte nos recibe la Alameda
como Celestina con besos de azúcar
ella nos lleva en su lecho de seda
al Puerto, Chipiona, a Rota y a Sanlúcar.
Al oeste un puente diciendo al levante
que no se entretenga tanto en sus visitas.
Al oeste guiñándole al hospicio
un centinela está en San Sebastián
- Y en el Campo del Sur yo te bautizo
con ecos musulmanes y fenicios
brisas colombinas y espuma de mar.
- Y en el Campo del Sur tú me bautizas
que tu agua santifique a esta fenicia
gracias Dios Neptuno, amigo Ruibal.

- Ay, al revuelo de tu falda
que fresquito es el verano
dame tu boca de limonada
y cura mis labios que están quemaos.
- Ay, que me importa a mí el levante
si nos vamos por la orilla
yo vivo el sueño del navegante
y sueño que te llevo en la sombrilla.
- Ay, y a la lumbre de las velas
no hay estrella que te iguale
cuando la sangre se desordena
atrapa mi corazón que se sale.
- Ay, en las cumbres de tu cuerpo
se enrredó a ver la luna
y más allá todo es incierto
bendita verdad si tú te desnudas.
Ay, toíto Cai lo traigo andao
desde el Puerto a la Alameda
traigo la fiebre del alunao
sería el delirio si me quisieras.
Ay, toíto Cai y lo que quea
me lo traigo cabilao
que ya no hay brisa sin tu melena
que rica la sombra que hay a tu lao
que rica la sombra que hay a tu lao
que rica la sombra que hay a tu lao
que rica la sombra que hay a tu lao.

jueves, 19 de junio de 2008

Cara y Cruz

Porque todo tiene una cara y una cruz. Una cara amable en la que nos divertimos y recreamos con nuestra amigos, con nuestra familia, con nuestro amor (el que lo tenga) con nuestra inspiración, y una cruz donde a martillazos nos han clavado sin poder escapar de sus astillas que se clavan en nuestra piel al igual que los clavos que nos sujetan a ella. Una cara tan triste y apenada que apenas esboza una mueca de sonrisa si no es porque se le acerca la muerte, y una cruz donde crucificar a los ladrones que nos roban la sonrisa todos los días.
Sea cara o sea cruz, todo tiene una sombra, un rastro a seguir que puede que con el camino se borre, pero siempre quedará en nosotros el recordar que un día hubo una cara con su cruz.

Todo tiene una cara y una cruz, por eso las monedas tienen su cara y su cruz porque en el fondo esa es la cara y la cruz de nuestra sociedad, la moneda, aquella con la que todo se compra y por la que todo se vende. Su sombra sí que permanece siempre dispuesta a nunca encenderse ni apagarse, siempre está, como la cara y la cruz de la vida.

sábado, 14 de junio de 2008

Pon el mundo al revés

Mira la cara de quien no te mira
oye la voz de quien no quiere hablarte
ríndete al guerrero que no quiere guerra
ama quien te odia o a quien no puede amarte.
Susurra lentamente a quien no puede oírte
saca a pasear al perro que no tienes
cómprale un regalo a quien nunca viste
ármate de valor y grita lo que viene.

Haz aquello que no esperan que hagas
grita fuerte lo que quieran que te calles
ponte la luna y el sol por almohada
y salta, salta hasta que no te canses.

Pon el mundo al revés
pon el cielo en tus pies…

miércoles, 11 de junio de 2008

Bunker Anti-huelga

Esta tarde, ante las pocas ganas de estudiar lingüística, acompañé a mi madre a comprar unos productos de limpieza en el supermercado Día que está cerca de mi casa. Ya esta mañana cuando iba para coger el autobús vi a personas salir de este establecimiento con unos carros cargados con tal cantidad de bolsas que dudo que pudieran ver lo que se les ponía por delante porque superaban en altura al comprador. Al entrar en aquel supermercado el paisaje era asolador: justo en frente de la entrada tenemos el estante de la leche, pues bien, hoy no había ni estantes, no crean exagero, es literal, quedaba sólo los separadores que hay entre un producto y otro, se habían llevado hasta las estanterías donde poner la leche. Andando por él estaba todo prácticamente vacío, casi nada de comida, casi nada de bebida, eso sí, todo de limpieza.
Más tarde fui a otro hipermercado a comprar algo de carne que hacía falta para la cena y, bueno, no es que hubiera gente, es que medio Puerto Real había ido allí. Iba por números, en concreto el 14 y al coger el nuestro, chanán… el 37. Yo no sé qué comprarían el 14 y el 15 pero estuvieron entre los dos cerca de una hora de insufrible dolor de pies (que ya puestos a esperar horas podrían poner banquitos como los del médico) y aguantando un patito amarillo con una música odiosa con la melodía de “Pajaritos por aquí, parajitos por allá” que hacía las delicias de una niña pequeña y la jaqueca del resto. El pobre carnicero terminaba a las 7 y media, pues bien, yo me fui a las 9 y media y aún seguía cortando filetes, y encima se le metió en la cabeza la canción del patito y no paraba de silbarla. La gente compraba kilos y kilos de carne de todo tipo, parecía el día de la barbacoa del Carranza por lo menos.
Después a otro supermercado y allí más y más carros llenos con cosas de necesidad y otras tan necesarias como un tarro de caramelos con la carita de Winnie de Pooh.
La gente comprando provisiones, comida para dos meses que acabarán comiéndose caducada, bebida para cuatro meses, aunque la leche terminen tomándosela condensada, carne como el frigorífico de un caníbal, pescado como el dormitorio de la sirenita y todo porque están de huelga los transportistas. Y no crean que me burlo de esa huelga, ni mucho menos, ellos defienden una causa justísima y así es la mejor manera de concienciar al pueblo. Mi idea es la de concienciar a la gente de que no estamos ante una guerra nuclear y hay que comprar provisiones de manera desmesurada. Tranquilos, al final todo se acabará solucionando de la manera habitual, con un acuerdo que deja a los obreros con el culo al aire y con una batallita más que contar en la campaña electoral, tanto para un partido como por el otro.
Pues visto lo visto, yo no voy a ser menos y, ante el miedo a que se acabe el mundo (porque todos sabemos que el mundo no va más allá de las fronteras del Carrefour), yo voy a ir a reservar mi bunker anti huelgas de transportistas por si las moscas…

sábado, 7 de junio de 2008

La verdad... mi verdad

Quien miente no es sincero con la vida
porque la vida nunca va a mentir
somos quienes empeñamos en mentiras
las sonrisas que debemos repartir.
Nadie sabrá que la verdadera verdad
se encuentra en un decir sí
o tal vez no, la cosa está en no mentir
porque mentir no es verdad.
La verdad es lo que se dice sin pensar
la verdad es lo que te mueve a no actuar
la verdad es la compañía de quien vive en realidad
la verdad, de verdad sólo es la verdad.
Y si miro los ojos del levante, es mi verdad
Y si contemplo las calles, es mi verdad
Y si siento cada ola de espuma, es mi verdad.
Es mi verdad, el decir la verdad.

jueves, 5 de junio de 2008

Kamikaze

Aquí está el primer single del último cd de amaral "Gato Negro Dragón Rojo:

Para ahuyentar la soledad.
Para espantar la decepción.
Porque estas ansias de vivir.
no caben en una canción.

Porque no importa el porvenir
Creímos en el Rock & Roll
Por eso estamos aquí
Equivocados o no.

Y dime si sientes lo mismo.
Y dime si estás conmigo o contra mí...

Porque la misma confusión
que sientes tú la siento yo
yo me limito a seguir
la ley de mi corazón...

Y dime si sientes lo mismo.
Y dime si estás conmigo o contra mí...
o contra mí...

Y dime si sientes lo mismo
Y dime si estás conmigo
Y dime si sientes lo mismo
Y dime si estas conmigo o contra mí...

Porque estas ansias de vivir
No caben en una canción
Porque no importa el porvenir
Creímos en el Rock & Roll
Un vuelo kamikaze a la eternidad
La estela de su paso quedará

Y dime si...
Y dime si....

[Amaral]



lunes, 2 de junio de 2008

Echar de menos

Echo de menos echar de menos
a quien no me echa de menos
porque es sencillo echar de menos
al que menos te va a echar.
Echo de menos echar de menos
a los que te echan de menos
porque no es echar de menos
si no se echa de verdad.
Todo lo que no ha pasado echo de menos
todo lo que no he contado echo de menos
todo lo que no he mirado echo de menos
todo lo que de menos no voy a echar.
Echo de menos la gloria de echar de menos
la claridad del mar que no me echa de menos
la soledad que me produce echar de menos
echar de menos es sumar.

Inspiración

Toco, siento que toco la luz
siento que la luz me llama
para que mis yemas sientan
la luz de la inspiración.
¿Quien puede más que tú
que me evades y me sacas
de mi mundo de tormentas
y de rayos claros de sol?
Me siento como un mur
pendiente de su casa
y del veneno que en su puerta
el veneno de la creación.
A la inspiración
por la inspiración
de la inspiración
escribo mi voz.
Siento que tengo la luz en mis manos
escribo lo que se me pasa por la mente
y le doy forma a pensamientos que tengo
en las manos de lo que deseamos
que se escriba urgentemente
tan urgente que es eterno.
Inspiración, locura de las mentes.
Inspiración, clavos ardientes.
Inspiración, conciencia inconsciente.
Inspiración, la que nunca miente.

sábado, 31 de mayo de 2008

Quizás, quizás, sólo quizás

Quizás la retahíla de luciérnagas furiosas
sea la que te abre los ojos ante su luz
para que escondan en su vuelo tan hermosas
la pasión que esconden dentro de su cruz.
Quizás no será el bien las palabras que tengo
para contarte solamente que te quiero un poco más,
lejos de servir más a lo del voy y el vengo
dejo correr el agua que no son de los demás.
Quizás la luciérnaga haya fundido su cuerpo
en la oscuridad más eterna que los ciclos del cielo
se acabó salir a echar de comer a los cuervos
que esconden los llantos que un día me hirieron.
Quizás, quizás, sólo quizás
quizás tenga esa duda ¿qué más da?
quizás dudar sólo sirva para dudar
y dudar lleva a dudar y a más dudar
y a más quizás…

viernes, 30 de mayo de 2008

Las Cuatro Rosas 10

Capítulo 10

Pasaron 4 meses y Ana, recuperada de las lesiones que ella misma se produjo tuvo que comparecer ante el juez, que le dijo: “Señorita Márquez, cuente usted las razones que le llevaron a asesinar a Jesús García y a Juan Pérez”. “Si me permite, señoría, me gustaría contar una historia que aclarará dos casos” dijo Ana con la cabeza agachada sentada justo en frente del juez. “Proceda” dijo el Juez acomodándose en el sillón. Ana subió la mirada y dijo: “Hace unos 5 o 6 meses fui a casa de mi amiga Sara, y mientras ella se duchaba entré en la carpeta donde se le guardaban las conversaciones con las personas a través del Messenger. Miré una que eran las que había tenido con Jesús y allí vi como Jesús le declaraba su amor, le decía que la amaba, que si estaba conmigo era porque yo le daba pena. A mí como puede usted imaginar, señoría, los celos me comieron y estuve durante mucho tiempo pensando en qué podía hacer para vengarme de Jesús y de Sara, que me había ocultado algo que me incumbía a mí tanto. Tras pensar se me ocurrió algo, aproveché una tarde en la que no tenía clases de inglés y en la que Sara estaba de compras para entrar en el Messenger de Sara haciéndome pasar por ella y hablé con Jesús. Le dije que había estado pensando, que lo quería y que quería que estuvieran juntos. Pero a mí no me bastaba con eso, quería saber cuánto la quería y hasta donde era capaz de llegar por ella, así que le dije que la única manera de que ellos pudieran estar juntos era matando a Manuel. Y mi sorpresa fue que a la noche siguiente Manuel murió asesinado por su hermano. Estaba tan furiosa que en cuanto la encontré, cogí la ropa llena de sangre de Jesús y la entregué a la policía, quería que ese cabrón se pudriera en la cárcel por haberme engañado y querer ponerme los cuernos con otra, con mi amiga. Y así lo hice, lo entregué, nadie iba a sospechar de mí, piensen, ¿Qué persona iba a inculpar a otra persona siendo ella la culpable?, pues una que sabía que, en caso de que Jesús cantara, la mayor perjudicada iba a ser Sara. Y así fue, ella fue la que pagó. Con lo que yo no contaba era con que Jesús se escapara de su celda para ir a matarme, pero por suerte me adelanté y lo maté a él. No quería, pero yo no quiero ir a la cárcel así que tuve que liquidar al único testigo de mi asesinato, Don Juan, pobre hombre. Sara… pues Sara no es más que una tonta que se mató, no supo aguantar, mi castigo para ella era que sufriera dentro de la cárcel, pero el castigo que ella se ha dado, aún me gusta más. Y eso es todo señoría, sé que me pueden caer muchos años, pero qué más me da, no tengo antecedentes, estaré fuera en nada de tiempo, pero a esos cabrones les queda toda una vida de condena en el infierno.” El juez dictó sentencia: “Señora Márquez, queda usted condenada a 50 años de cárcel por los asesinatos de Jesús García, Juan Pérez y Manuel García.
Dos agentes se fueron hacia la joven y la prendieron, ella se resistía pero la llevaban forzosamente hacía la puerta. En el forcejeo que mantenía con los agentes consiguió quitarle la pistola a uno de ellos. La tomó, aun teniendo las manos esposadas y la subió hasta su pecho, al llegar a él dijo: “No iré a la cárcel, yo siempre gano” Ana apretó el gatillo y se disparó en el corazón cayendo muerta al suelo de la sala mientras la sangre fluía por la herida producida por la bala. Todos en la sala quedaron atónitos con la escena y el silencio se apoderó de los presentes.

David entró por la puerta del cementerio vestido con un abrigo negro y un gorro y se dispuso a buscar una lápida de entre las muchas que allí había. Se paró en frente de una en la que decía: “Aquí yace Ana Márquez, cuyos celos y odio han hecho que hoy esté aquí, descanse en paz”. David cogió cuatro rosas y las arrojó encima de la lápida diciendo: “Todos han vuelto a ser polvo, tú, como siempre, le llevas la contraria, toma, cuatro rosas, una por cada vida que mataste, ya que tú nunca has tenido”. Se dio la vuelta y se marchó de allí con lágrimas en los ojos y las manos en los bolsillos. Cuando David salió del cementerio, una ráfaga de viento recorrió el cementerio por todos sus rincones y por el aire volaba una rosa que se fue a posar en la lápida de Ana.

Fin

Las Cuatro Rosas 9

Capítulo 9

Nada más los policías salir de casa de Don Juan, meterse en el coche y salir de la Plaza de las Rosas, una persona oculta detrás de unos cubos de basura salió de su escondite y se dirigió hacia la plaza, allí estaba Ana, sentada en uno de los bancos. El escondido estaba viéndola de espaldas, ya que el banco miraba en la misma dirección que él lo hacía. Sacó un cuchillo de entre las ropas de una gabardina negra y se dirigió muy sigilosamente hacia Ana. Al llegar a ella le dijo: “Hola Ana, mira, tengo un regalito”, sacó para que pudiera verlo el cuchillo que aún tenía restos de sangre, de la sangre de Manuel. Ana se levantó rápidamente del banco, se dio la vuelta con cara asustada pero muy segura y serena mirando hacia la otra persona y le dijo: “Hola Jesús, yo también”. Dicho esto Ana sacó de su bolso un cuchillo, impoluto y rápidamente se lanzó hacia Jesús. Poco tiempo tuvo éste en reaccionar, porque cuando se quiso dar cuenta ya Ana estaba encima suya, forcejearon durante un momento hasta que finalmente se le cayó el cuchillo a Jesús. Ana, aprovechando que su novio no estaba armado, empuñó fuertemente su cuchillo y apuñalo tres veces a Jesús, una en el pecho, otra en el cuello y la otra en el abdomen. Jesús cayó al suelo, en el mismo lugar donde lo hizo su hermano, y lo hacía exactamente igual que él, muerto y derramando sangre que formaba un charco en el suelo como un colchón esperando a que Jesús durmiera en él.
Ana quedó mirando el cuerpo inerte de Jesús con una respiración muy acelerada. Miró de pronto hacia la ventana del número 2 y vio allí a Don Juan, contemplando la escena, al percatarse éste de que Ana le había visto, se desplazó hacía atrás buscando el teléfono. Ana vio como cogía el teléfono e interpretó que llamaba a la policía. No podía estar presa, no podían capturarla, tenía que impedir que Don Juan llamara a la policía así que salió corriendo, cuchillo en mano, hacia el número dos. La puerta estaba abierta, pues así había querido Don Juan que los policías la dejaran, así que Ana entró sin problemas. Subió dos pequeños escalones y entró en el salón, ahí estaba Don Juan, sentado en su silla de ruedas y gritando por teléfono: “Asesinato en la Plaza de las Rosas, Ana…”. La comunicación se cortó ya que Ana con el cuchillo había cortado el cable del teléfono. Don Juan quedó con el teléfono en la mano mirando fijamente a Ana, muerto de miedo, temblaba viendo la mirada enloquecida de aquella joven a la que tantas veces había visto a través de su ventana. “Qué me vas a hacer?” dijo Don Juan con la voz temblorosa. “Nada, sólo matarte, no puedo dejar que me cojan, no puedo, y si vives, me delatas” contestó Ana. Don Juan dijo: “Si tú quieres no te delataré, déjame vivir y vete y ya me inventaré alguna coartada, pero no me mates”. Ana lo miró a los ojos, se le acercó y le susurró al oído: “No puedo correr ese riesgo”. Dicho esto empuñó más fuertemente el arma y le dio una puñalada en el abdomen, se retiró y le propinó una en el cuello y la última y sentenciadora en el corazón. Don Juan quedó con la mirada ciega y la boca abierta caído hacia delante con toda la silla cubierta de sangre, al igual que toda la parte delantera de su cuerpo. Ana salió del número dos con toda la ropa cubierta de sangre y el cuchillo ensangrentado en la mano. Al salir, nada más poner un pie en la calle llegó un coche de policía. Paró en la plaza y salió de él Jorge y Javier, Javier dijo: “Alto ahí, Ana, quedas detenida por el asesinato de Jesús “. Ana miró al policía y dijo: “No, señor agente, se equivoca, también he matado a Don Juan, además no estoy detenida”. Nada más decir esto, Ana empuñó fuertemente el cuchillo y de un golpe se lo clavó en el vientre. Ana cayó al suelo envuelta en un gran manta de sangre, no sólo suya, sino de sus asesinados.

El agente que se encargaba del turno de vigilancia de los calabozos de la comisaría de policía hacía su trabajo paseando por el estrecho pasillo de entre celdas vigilando para que no se produjera ningún conflicto cuando se paró enfrente de una celda, la número 4, la ocupada por Sara. Quedó paralizado por lo que allí vio. La mayoría de los apresados, dormía en sus catres, pero en esa celda todo era diferente. Sobre la cama, con evidentes muestras de que alguien había estado acostada en ella había una carta. Al lado de la cama había una banqueta, que servía de silla a los reclusos tirada por los suelos. Y justo encima de esa banqueta había un cuerpo colgado de una tubería del techo, estaba colgando, agarrado del cuello con un cinturón azul. Era Sara, se había ahorcado con su cinturón en la soledad de su celda.

La ambulancia se llevó al hospital a Jesús, Don Juan y Ana y antes de irse, Javier recibió una llamada, cogió su teléfono móvil del bolsillo interno de su chaqueta, pulso un botón, y escuchó lo que le decían. Al oírlo, se puso pálido y dijo: “Joder”. Se metió en el coche y obligó a Jorge a hacerlo también rápidamente. Jorge le preguntó mientras se colocaba el cinturón de seguridad: “¿Qué pasa jefe?”. Javier miró a Jorge y le dijo: “Más muertos”.

Llegaron a la celda número cuatro una vez retirado el cadáver de Sara de allí, Javier cogió la carta que había encima de la cama y comenzó a leerla. Decía: “Señores agentes, han cometido un error, no sé de dónde habrá sacado Jesús que yo le incité a matar a Manuel, a mi Manuel, pero yo sólo sé que no hice tal cosa. No puedo vivir cargando con una losa que merece cargar otra persona, yo no puedo estar aquí siendo la culpable de que mandé matar a mi amor. Por eso mismo quiero estar en paz, y como los momentos de más paz los he vivido con él, he decidido ahorcarme para poder estar con él lo antes posible. Decidle a David que lo quiero mucho y que me perdone por todo, a mis padres que también los quiero y a mi mis amigos lo mismo. Nada más, adiós. Posdata: Encuentren al culpable. Adiós. Sara.”

jueves, 29 de mayo de 2008

Las Cuatro Rosas 8

Capítulo 8

Sonó el timbre de la puerta. Una voz avisadora se aproximaba con un ruido de ruedas de silla. Don Juan abrió la puerta y tras ella estaban Jorge y Javier, los policías. Don Juan quedó extrañado por la visita de los agentes y les dijo: “¿Otra vez están por aquí?, ¿No os dije todo lo que querían saber?”. “No, olvidó algo importante” respondió rápidamente Javier. Don Juan les invitó a pasar. Entraron a la sala y se sentaron cada uno en una silla de madera que estaban alrededor de una mesa redonda, Don Juan permanecía en la silla de ruedas. “Ustedes dirán” dijo Don Juan. Javier preguntó: “Usted aseguró que el asesino de Manuel era David, ¿no es así?”. “Sí, sí, estoy seguro” respondió Don Juan. “Pues si está usted tan seguro ¿Cómo es que su hermano ha confesado haber matado a su hermano?, ¿no sería más normal que usted lo hubiera visto a él que a David, ya que Jesús sí es el asesino?” dijo el policía. Don Juan quedó mirando hacia abajo sin decir ni una sola palabra. Finalmente el policía dijo: “Señor, usted no vio a David ¿verdad?”. “No” respondió Don Juan aún con la cabeza baja. “Y entonces, ¿Por qué dijo que era él quien lo había matado?” preguntó Javier. Don Juan tragó saliva y contó: “Hace dieciocho años iba yo con mi coche cuando por en medio de la calle se cruzó un niño de tan sólo dos años, para no atropellarlo, di un volantazo y mi coche fue a dar contra un árbol quedando siniestro total. Ese niño al ver aquello señalaba al coche y reía. Ese niño era David. El accidente fue tan grave que quedé gravemente herido, perdiendo la sensibilidad y la movilidad de cintura para abajo” Don Juan levantó la cabeza “¿y aún cree usted que no tengo motivos para querer acabar con él?”. Javier le respondió: “Sí, aún lo creo”. “¿Pero es que no ve lo que David me ha hecho? Ese accidente fue por su culpa, por su culpa me he llevado casi diecisiete años sin salir de casa, por su culpa me he perdido tener descendencia, por su culpa he sido un muerto en vida, sin más mundo que el de mi casa y el que veía a través de mi ventana.”. “Una historia conmovedora sí señor, pero como usted mismo ha dicho fue un accidente y si usted hubiera dado el volantazo para otro lado o hubiera ido atento a lo que tenía que ir no hubiera pasado” dijo Javier. “Márchense de mi casa por favor, déjenme solo, si tienen que detenerme o lo que sea ahora no, quiero estar solo aunque mañana vengan y me encierren, así cambiaría de mundo, total, llevo toda la vida sin vivir por culpa de David, que no vivir un poco más tampoco me va a matar, ahora largaos”. Javier y Jorge se levantaron y cuando llegaron a la puerta Javier se volvió y dijo: “David no tuvo la culpa, usted no ha vivido porque no ha querido, no culpe a alguien de que le ha quitado algo que usted se ha negado a sí mismo”. Se dio la vuelta hacia la puerta y Don Juan le dijo: “Deje la puerta encajada, la asistenta está al llegar”. Javier y Jorge salieron de la casa dejando la puerta abierta. Don Juan quitó el seguro de su silla y se dirigió hacia la ventana mirando la calle.

Sola con un agente de la policía detrás suya, despeinada, llorando y temblorosa estaba Sara en el despacho de Javier dispuesta para su interrogatorio. Llegaron Javier y Jorge y se sentaron cada uno en su lugar. Javier miró a Sara y le dijo: “¿Cómo estás?”. Sara, con la mirada perdida le dijo: “¿Cómo quieres que esté habiéndome acusado de algo que no he hecho?”. Javier se acomodó en la silla y dijo: “Sara, Jesús a confesado ser el autor del crimen, pero dice que lo hico porque tú se lo dijiste”. Sara se asombró y dijo: “¿Cómo? ¿Qué yo le dije que matara a Manuel?”. “Eso dijo. Dijo que él está enamorado de ti y que tú también de él y que con Manuel no podréis estar juntos, así que le pediste que lo matara” dijo el policía. “Pero es absurdo, como voy a querer yo a Jesús, yo amo a Manuel, Jesús es sólo mi cuñado, no es más, aunque ahora sí, ahora es el asesino”. “Sara, hasta un juicio tendrás que permanecer aquí en los calabozos, sobre ti pesa una acusación demasiado grave para dejarte en libertad” dijo Javier. “¿Cómo? ¿Qué me encierran? no pueden, soy inocente, yo no hice nada, yo estaba hablando por Messenger con David cuando pasó todo, no fui yo, todo es un invento de Jesús.” dijo gritando y llorando Sara. Javier dio órdenes para que se la llevaran a los calabozos.
Por el pasillo mientras se la llevaban, ella gritaba aún y lloraba repitiendo una y otra vez: “¡No es justo, yo no fui, soy inocente!”.
Jorge preguntó a Javier: “Jefe, se le ve muy afectada, ¿usted cree que Jesús se ha inventado todo?”. Javier respondió: “Yo ya no sé que creer, a mí este caso me está dando dolor de cabeza, anda, vámonos a tomarnos una tila para calmar los nervios, o mejor dicho, un camión de tila”. Ambos policías se dirigieron a la puerta y salieron del despacho.

Las Cuatro Rosas 7

Capítulo 7

Sobre un escuálido catre pegado a la pared iluminado por los primeros rayos del sol que entraban a través de las rejas de la ventana estaba acostado David, con su uniforme de presidiario y despierto muy despierto, pues no podía conciliar el sueño debido a lo que le estaba pasando. Pensaba que ahora Sara lo odiaría porque estaba acusado de asesinar a su novio. Llevaba sin dormir desde que llegó a la cárcel, quizás era la pena de Sara o quizás los remordimientos porque él quiso matar a Manuel, sólo que él sólo pensaba, nunca pensó en matarlo de verdad.
Se abrió la puerta, era un agente de policía que le dijo: “Chaval, eres libre, vete”. David se sentó en el catre sorprendido y le preguntó al policía: “Pero, ¿Cómo es eso? ¿Han encontrado al asesino?”. Sí, chaval, sí, cámbiate de ropa y lárgate de aquí” le dijo el policía haciendo gestos con las manos para que se diera prisa. “Pero, ¿Quién es?” insistió David mientras se vestía con la ropa de paisano. “Mira chaval, no te lo puedo decir, yo sólo soy un mandao, no sé nada más” contestó el policía. “Vale, vale” dijo David mientras se terminaba de vestir y salía de la celda.

“Pero, ¿Cómo que por amor?” dijo el policía que no podía creer lo que estaba escuchando “¿Estás enamorado de su novia o qué?”. “Sí” respondió subiendo la cabeza y mirando al policía. “Pero, ¿tanto amor sientes por Sara que has sido capaz de matar a tu propio hermano?” insistió el policía. “Sí” respondió escueta pero contundentemente Jesús. “Pero Sara está destrozada, ¿Para qué quieres hacerle daño si a ti no te querrá nunca?” insistió el policía. “Sí, sí que me quiere a mí, ella me lo ha dicho de hecho…” Jesús bajó la cabeza y se calló. El policía le preguntó: “¿De hecho qué?”. “No diré nada” dijo Jesús. El policía se enfadó y le gritó a Jesús: “Mira, Jesús, estás siendo interrogado por la policía, más vale que colabores chaval o acabarás aún peor”. Jesús finalmente tras un rato pensativo dijo: “Sara me dijo que ella también me amaba, pero que Manuel era lo que nos impedía estar juntos, que sólo con su muerte podríamos ser felices los dos, y que por favor acabara con él”. “¿Cuándo ocurrió eso?” preguntó el policía acomodándose en la silla. “La otra noche, la anterior al asesinato” respondió Jesús. “Pero, ¿dónde te lo dijo Sara” preguntó el policía. “Fue a través del Messenger” respondió Jesús. “Ah” dijo el policía “una pregunta, ¿Y Ana?”. Jesús respondió: “¿Ana? a Ana la dejaría en cualquier momento, sólo estoy con ella por pena, al principio estaba enamorado pero ya no, es insoportable, claro que ahora como la pille me la cargo, chivarse de tu novio ¡Qué vergüenza!”. “Estás amenazando a Ana en presencia de la policía, esto te puede costar aún más años de cárcel. En cuanto a lo de Sara, no creo que estés mintiendo, si mintieras no te hubieras declarado culpable” dijo el policía. “No miento, Sara me dijo que lo matara y yo me siento un traidor, pero ahora que me han cogido a mí, a ella también la cogen”.

Por la mañana temprano, Sara salía de su casa camino del trabajo intentando recuperar su vida normal cuando llegaron a la puerta de su casa los dos policías, el comisario Javier García y el agente Jorge Muñoz. Sara al verlos les dijo: “Hola agentes, ¿Traéis novedades?”. Javier la agarro del brazo y colocándole las esposas le dijo: “Sí señora, quedas detenida por el asesinato de Manuel García” Sara quedó pálida y se desmayó siendo sujetada por los dos policías.

martes, 27 de mayo de 2008

Las Cuatro Rosas 6

Capítulo 6

A solas con sus sueños en aquella casa, la número 1 de la Plaza de las Rosas estaba Jesús, acostado en su cama con una camiseta sin mangas roja que ya sólo usaba para dormir debido a la gran cantidad de manchas que albergaba, y unos pantalones cortos también rojos pertenecientes a una equitación de baloncesto cuya camiseta desapareció misteriosamente del armario.
El silencio hacía acto de presencia en aquella casa, sólo el respirar de Jesús se atrevía a levantar la voz al todopoderoso silencio. Una ventana abierta con una cortina que volaba a sus anchas movida por el viento desprendía un sonido de grillos cantores que amenizaban con su eterno recital a todos los rincones de la plaza. Pero el recital se silenció con la llegada de un coche que llegó despacio a la plaza, aparcó en doble fila, detrás de unos coches que había ya aparcados. De él salieron dos hombres enchaquetados, el comisario Javier García y el agente Jorge Muñoz. Salieron del automóvil rápidamente y se dirigieron al número 1 de la plaza. Llamaron a la puerta con los nudillos, pero nadie ni nada contestaba, volvieron a insistir esta vez más fuertemente y se oyó de fondo: “Ya voy”. Era Jesús que bajaba las escaleras para abrir la puerta. Abrió la puerta y Jorge le colocó las esposas mientras Javier le decía: “Queda usted detenido por el asesinato de Manuel García”. Jesús bajó la cabeza sorprendido y dijo: “No puede ser, tiene que haber un error, no puede ser”. “Sí, sí, eso tendrás que demostrarlo, por el momento vente con nosotros anda” Dijo Javier cerrando la puerta de la casa y dirigiéndose al coche teniendo a Jesús agarrado por un brazo. Lo metieron en el coche y se marcharon de allí camino a la comisaría.

Llegaron a la comisaría y se dirigieron los tres al despacho de Javier. Javier se sentó en su silla, Jorge cerró la puerta con el seguro y le quitó las esposas a Jesús, éste se sentó en la silla de enfrente de Javier y Jorge al lado suya. Javier miró a los ojos a Jesús y le dijo: “Tenemos pruebas que te acusan del asesinato de tu hermano”. Jesús miró con aires de superioridad a Javier: “¿Ah sí?... vaya, vaya, la policía ha hecho su trabajo, ha investigado y ha dado conmigo. No me lo creo, quizás no hayáis investigado sino que os han dado el soplo”. Javier se mostraba confundido ante la actitud de aquel hombre que se mostraba desafiante y chulo cuando lo normal sería sentirse aterrado. Javier dijo: “De tu actitud deduzco que eres el culpable, un inocente nunca desafiaría así a la policía si supiera que está acusado de algo tan grave”. Jesús miró a los policías y se echó a reír diciendo: “Puede ser, sí, o puede ser que esté tan seguro de que estáis equivocados que no tengo ni porqué estar nervioso”. Javier dijo dando un golpe en la mesa y levantándose de la silla apoyándose en la mesa con las manos : “Me importa un carajo lo que hagas o dejes de hacer y si estoy equivocado o no, pero ahora estás en mi despacho y responderás a lo que yo diga, y según lo que yo diga estarás en la cárcel o en tu casa”. Javier se sentó y seriamente le dijo a Jesús: “Escúchame, Ana, tu novia ha encontrado ropa con sangre de tu hermano en tu casa, la ropa es la que identificó el testigo, Don Juan, abrigo negro largo y gorro. Sólo falta someterte a unas pruebas para determinar si el sudor del gorro te pertenece, claro que si confiesas no hace falta hacerlas”. Jesús levantó la vista, miró a Javier a los ojos y a Jorge y mirando para arriba dijo: “No hace falta que haga las pruebas, fui yo quien lo hice. ¿Para qué mentir? me han descubierto, debí limpiar la ropa antes, es cierto, es un error, aunque el mayor error fue el de hacerme novio de una chivata a la que me voy a cargar en cuanto salga de aquí, porque ¿Qué tiempo estaré en la cárcel? ¿Años, meses, días, horas? Cuando salga la mataré, igual que maté a mi hermano”. Javier miró a los ojos de Jesús y le preguntó: “¿Por qué lo hizo? ¿Por qué mató a su hermano?”. Jesús miró hacia abajo y respondió en voz baja mientras se miraba los nudillos: “La verdad es que fue por amor”.

domingo, 25 de mayo de 2008

Las Cuatro Rosas 5

“Venga, date prisa que tenemos que ir a ver si el David este tiene otro abrigo o no” Dijo el policía a su compañero. “Voy jefe” respondió el compañero metiendo una libreta y un bolígrafo en el bolsillo interno de la chaqueta. Al llegar a la puerta de la comisaría de policía entró una chica histérica, vestida con un chándal y unas zapatillas de andar por casa, tenía el pelo alborotado y un delantal. En su mano derecha portaba una bolsa grande de plástico. Se acercó al policía y le dijo mirándole a los ojos con voz cansada: “Señor, estoy asustada, creo saber quien mató Manuel García”. El policía se sorprendió, e invitó a la chica a que se sentara en una silla de su despacho. “Dígame, señorita, ¿Quién cree usted que es el asesino de Manuel? ¿Y Por qué lo cree?” Dijo el policía sentado en su sillón mientras su compañero tomaba nota sentado en una silla al lado de la suya. La chica estaba nerviosa, asustada, angustiada por todo, parecía que le costaba hablar, pero finalmente dijo: “Creo que el asesino es” La chica tragó saliva y miró al suelo “Jesús, creo que es él”. El policía se sorprendió aún más y dijo: “Pero Jesús es el hermano de Manuel ¿no?”. “Sí, sí, lo es” respondió rápidamente la chica. “Pero ¿Por qué cree usted que es que es él el asesino? Preguntó el policía. “Verá usted, la madre de Manuel y Jesús, María está hospitalizada debido a la fuerte impresión de saber que su hijo había sido asesinado. Desde entonces me ocupo de las tareas de la casa y esta mañana, al ir a poner la lavadora, busqué en el dormitorio de Jesús, encontré esta bolsa de plástico de la que asomaba una manga negra, saqué la prenda y la olí para saber si estaba sucia o no, lo estaba pero al darle la vuelta vi que estaba toda llena de sangre” Contó la chica. El policía insistió: “¿Ha traído la prenda?”. “Sí, sí, claro, aquí está” la chica colocó la bolsa que llevaba encima de la mesa. El policía se colocó unos guantes y la abrió, efectivamente, ahí había un abrigo negro manchado de sangre y un gorro. Volvió a meter las prendas en la bolsa y se las dio a su compañero diciendo: “Que las analicen, quiero saber si esa sangre es de Manuel” El policía hizo una parada para pensar y dijo: “Pero… si la sangre coincidiera no tendría por qué ser el asesino, al fin y al cabo son hermanos y puede ser también la sangre de Jesús”. “No” apresuró a decir la chica “Manuel y Jesús son hermanos, pero sólo de madre, Manuel tiene un grupo sanguíneo diferente del de Jesús”. “¿Cómo es que usted sabe tanto sobre ellos?” Preguntó el policía sospechando. La chica bajó la cabeza y dijo: “Soy Ana, la novia de Jesús, comprenderá que para mí no es fácil acusar a mi novio de esto, lo estoy pasando fatal” Ana rompió a llorar y el policía se levantó de su sillón, anduvo hasta ella y le puso la mano en la espalda diciéndole: “No se preocupe, ha hecho lo correcto”. Después se dirigió a su compañero y le dijo: “Lleva esto al laboratorio y diles que cuando tengan los resultados me llamen inmediatamente”. Se dio la vuelta y le dijo a Ana: “Señorita, márchese a su casa, nosotros nos encargamos de todo”. “No puedo, tengo miedo” dijo Ana mientras aún lloraba “si Jesús descubre que esa bolsa no está en su casa irá a buscarme y cuando sepa que sé que él mató a su hermano me matará a mí”. “Tranquila, un compañero estará con usted” dijo el policía. Dicho esto, salió del despacho dejando dentro a Ana, sentada en la misma silla llorando y limpiándose las lágrimas con el delantal que llevaba.

Eran las tres de la madrugada, todo estaba en silencio. Una camisa blanca envejecía sobre una silla de madera al borde de la cama. El silencio reinaba en aquella habitación hasta que de pronto un teléfono sonó. El policía, con un pantalón azul de pijama, se levantó corriendo y fue desde su habitación hasta el salón principal de su casa para coger el teléfono. Lo descolgó y se escuchó: “Comisario García, aquí tenemos los resultados de las pruebas de ADN que usted nos mandó hacer”. El comisario se sentó en el sofá y dijo frotándose los ojos para despertarse: “¿Y cuales son los resultados?”. “El ADN de la sangre del abrigo coincide con el de Manuel, pero el sudor del gorro no coincide con él”. El policía quedó pensativo y dijo: “Vale, muchas gracias, adiós” y colgó el teléfono. Quedó un rato pensativo hasta que descolgó el teléfono. “Dígame” se escuchó al otro lado del hilo telefónico con una voz llena de sueño que tardó en contestar a la llamada. El policía dijo: “Jorge, vístete, estoy allí en media hora”. “¿Quién eres?” preguntó Jorge. El policía respondió enfadado: “¿Quién voy a ser?, soy yo Javier García, el comisario Javier García”. Jorge se levantó de la cama y dijo: “Perdone señor, no le había reconocido la voz… ¿Para qué viene a buscarme”. El policía dijo: “Para jugar una partida al dominó, no te jode, ¿para que va a ser?” gritó Javier “Vamos a por Jesús García, así que no hay nada que hablar, vístase y despéjese que en media hora estoy allí”. Javier colgó y se fue al cuarto de baño para tomar una ducha antes de salir a por Jesús.
Jorge colgó el teléfono y dijo: “Menudo carácter tiene el cabrón, si no fuera porque me paga bien le iban a dar por culo”. Se destapó y se sentó en la cama encendiendo la lamparilla. Vestía sólo unos calzones hasta medio muslo ajustados. Finalmente se levantó, entró en el cuarto de bañó, se echó agua en la cara y mirándose al espejo dijo: “Vamos a por Jesús”

Las Cuatro Rosas 4

Capítulo 4

“Seré breve, sé que usted es el culpable, pero tengo que preguntarle, es mi trabajo, ¿Usted mató a Manuel?” Preguntó el policía sentado justo en frente de David en una sala en la que la decoración brillaba por su ausencia. Sólo una mesa de madera y dos sillas viejas servían de mobiliario para la sala del interrogatorio. David agachó la cabeza mirándose sus manos entrelazadas y dijo en voz baja: “Sí pero no”. El policía se irritó y le preguntó gritándole con insistencia: “¿Cómo que sí pero no?, no entiendo, vamos a ver ¿lo mató o no lo mató?”. David respondió: “No lo maté, aunque mucho tiempo he estado acostándome con la idea de matarlo, deseaba su muerte. Pero no lo hice, yo no fui, se que Don Juan me ha acusado, pero yo no fui, yo estuve hablando con Sara, la novia de Manuel, cuando se produjo el crimen”. El policía volvió a preguntar: “¿Por qué quería usted matarlo? “Porque estoy enamorado de su novia, y me mataba la idea de que él fuera quien la besara, de que él la abrazara, de que a él le dijera te quiero. ¿No le parecen a usted razones para querer hacerlo?” Respondió David. “Mire tenemos que dejarle aquí, está acusado de asesinato, iremos a interrogar a más personas, pero hasta entonces, usted estará en prisión” sentenció el policía colocándose la chaqueta y saliendo de la sala. Antes de salir, David lo miró a los ojos y le dijo: “Soy inocente, está usted cometiendo un error”. El policía le contestó con otra mirada diciendo: “Ya veremos”. Cerró la puerta y un par de policías se llevaron a David de la sala.

Sara estaba sola en casa, sus padres habían salido a hacer la compra semanal. Todo estaba en silencio cuando de pronto llamaron a la puerta. Sara abrió y se encontró al policía. “Hola, ¿le puedo hacer unas preguntas?” dijo el policía. Sara contestó invitándolo a pasar con un gesto con la mano: “Sí, pase y pregunte”. Se sentaron en la sala, Sara en un sofá de estampados de flores de colores y el policía en un sillón rojo antiguo. El policía preguntó a la joven mientras apuntaba en su libreta la futura respuesta: “David nos ha dicho que estuvo hablando con usted a la hora del crimen, si lo corrobora saldrá en libertad”. Sara respondió: “No sé si ha sido David, sólo sé que a la hora del asesinato él se ausentó durante unos minutos y volvió, luego llegó la policía. Lo que hizo en el tiempo en el que estuvo ausente no lo sé, pero quiero creer que no fue quien lo mató”. “O sea, que crees que lo mató” Dijo el policía. “No lo sé, sólo se que David está enamorado de mí y que le producía dolor ver a Manuel, quizás los celos y el dolor lo llevaran a matarlo, pero…” Sara paró un momento y rompió a llorar “No sé, quiero creer que de tanto que dice que me quiere, respetara a quien me hace feliz, pero no estoy segura. Conozco a David de hace poco, no sé si es o no violento, no sé nada sobre él.”. “No se preocupe Sara, seguiremos investigando para saber quien es el asesino, cualquier noticia se la comunicaremos” respondió el policía. Sara se secó las lágrimas con la manga de la camisa. El policía se levantó y se marchó, Sara rompió a llorar de nuevo mientras abrazaba un cojín del sofá.

“Perdone que le moleste pero tenemos una conversación pendiente, ¿No cree?” dijo el policía nada más entrar en el número 2 de la plaza de las rosas. Esta vez no iba sólo, lo acompañaba otro compañero que en este caso tomaba notas mientras él preguntaba. “Creo que le di toda la información que necesitaba” dijo Don Juan. “Pues ya ve que no” respondió el policía “Cuénteme todo lo que pasó aquella noche”. Don Juan contestó mientras se daba la vuelta mirando hacia la ventana: “Anoche, como todas las noches me asomé a la ventana para concentrarme en mis pensamientos y no en la mierda de programación de prime time de la televisión. Ví salir a Manuel y a su novia de casa del número 1, se montaron en un coche y se fueron. Al poco rato volvió Manuel, salió del coche y David salió de entre las sombras y le asestó tres puñaladas, llamé a la policía y mientras llegaba contemplé el cadáver.”. “ ¿Y está usted seguro que de el asesino es David?”, preguntó el policía. “Claro que sí” respondió enfadado Don Juan “Iba con un abrigo negro largo y un gorro, cuando llegó la policía salió para aparentar que se enteraba de lo que pasaba con la misma ropa”. “Pero si hubiera salido con la misma ropa estaría cubierto de sangre y la gente hubiera sospechado” dijo el policía. “Ahí lleva usted razón, cuando salió no había sangre en la ropa, la ropa estaba limpia, me estuve fijando bien para ver qué hacía” Don Juan se llevó las manos a la cabeza confundido “Pero le vi la cara claramente, estoy seguro de que era David… ¿cómo hizo para no estar lleno de sangre?... Quizás tiene dos abrigos iguales, no sé, pero era David, seguro que sí”. “De acuerdo señor, muchas gracias, con su testimonio no hace más que complicar las cosas, todo parecía indicar que el caso estaba totalmente cerrado, pero la ropa es una prueba que lo exculpa” dijo el policía dirigiéndose a la puerta. “Vaya a su casa y pregunte a su madre si David tenía dos abrigos iguales, puede ser que todo fuera planeado” Gritó Don Juan desde su silla. El policía respondió: “Está bien, hablaremos con su madre mañana, pase usted una buena noche”. El policía cerró la puerta y se fue. Al salir, su compañero le preguntó: “Señor, ¿Quién cree usted que fue?” “Todo apunta al muchacho, pero este hombre parece muy seguro, incluso aún sabiendo que se equivoca” sentenció el policía colocándose bien el abrigo.

sábado, 24 de mayo de 2008

Las Cuatro Rosas 3

Capítulo 3

“Buenas tardes, le acompaño en el sentimiento” dijo David a María al entrar en la sala del tanatorio donde estaba siendo velado el cuerpo sin vida de Manuel. Sara estaba allí, sentada al lado del ataúd, estaba vestida negro impoluto y llevaba unas gafas de sol para ocultar sus ojos, hinchados de tanto llorar. Estaba con los hombros encogidos y la cabeza baja, inmóvil, sin hacer ni el más mínimo gesto. David se le acercó y le dijo: “Sara, estoy contigo, siento mucho lo que ha pasado, pero no te apures, la policía ya está investigando el crimen”. Sara levantó la cabeza y le dijo a David: “Y ¿De qué me sirve a mí que la policía investigue? Nadie me devolverá a Manuel, nadie, porque el asesino está vivo, pero Manuel no, Manuel no.”. “Sara, para todo lo que necesites estoy aquí, somos amigos” dijo David intentando contener las lágrimas. “Gracias David, de corazón gracias y perdóname si no te contesto como debiera, es sólo que ni yo misma sé qué va a ser de mi vida”, dos lágrimas le asomaron por debajo de las gafas. David abrazó y dio un beso en la frente a Sara. Se sentó en una silla que estaba delante justamente del ataúd. Al poco tiempo salió de la sala camino de los servicios. Al entrar David en los servicios entró en la sala Don Juan, que había salido de su encierro voluntario para ir al velatorio de la persona cuyo asesinato había presenciado. Se acercó con su silla de ruedas hasta María, José y Sara y les dio el pésame. Acomodó su silla en un rincón y se quedó allí, mirando el féretro con la mirada fija, recordando lo desgraciadamente visto mientras un suspiro se le escapó.
David salió del servicio y fue al bar a tomar algo. Don Juan intentaba recordar quien era el asesino, le había visto perfectamente la cara, le era familiar pero su mente aún no sabía con claridad quien era, no sabía ponerle aún nombre y apellido al asesino.

La puerta se abrió y entró un hombre vestido con un traje de chaqueta negro, una camisa negra y una corbata negra, era el llamado “hombre negro”, era el policía encargado de llevar la investigación adelante. Se dirigió en primer lugar a los familiares y amigos de Manuel y les dio el pésame. Una vez cumplido el protocolo, se dirigió a Don Juan y le dijo en tono serio: “Me han informado de que es usted quien avisó a la policía y quien presenció el asesinato”. “Sí soy yo” - respondió Don Juan - “Estaba como cada noche mirando por la ventana, vi que Manuel fue a llevar a su novia a casa y que llegó, de pronto un hombre salió de las sombras del número tres y le dio varias puñaladas, aunque sólo vi la primera porque inmediatamente llame a la policía”. “Ajá” - el policía asintió con la cabeza y apuntó en una pequeña libreta con un bolígrafo – “¿Puede usted identificar al asesino?”. “No, no puedo, su cara me es familiar pero no consigo caer en quien es, y créame, llevo toda la noche intentando averiguarlo”
Ana entró en la sala y se fue directa a hablar con Sara: “Hola Sara, te acompaño en el sentimiento, ¿Cómo estás?”. Sara le respondió levantando la cabeza “Dentro de lo que cabe, yo estoy bien, pero Manuel está muerto”. “Tranquila Sara, ya verás como encuentran al asesino”.
“¿Seguro que no recuerda quien es?” insistía el policía a Don Juan. “Pues claro que estoy seguro, quiero que ese hijo de puta esté en la cárcel por lo que ha hecho, si supiera quien es se lo habría dicho ¿No cree?” respondió Don Juan.
David salió del bar, Ana lo vio y se fue en busca suya. “Hola David, ¿Qué haces aquí?” preguntó Ana. “Pues ya ves, en el velatorio de Manuel, aunque más bien estoy para acompañar a Sara, ya sabes, ¿y tú?” dijo David. “David, soy la novia del hermano de Manuel, que menos que acompañarlo en estos duros momentos” dijo Ana, a lo que David respondió: “Ah. si, si, disculpa, a veces olvido que eres su novia, como se os ve poco juntos”.
“Haga un esfuerzo por recordar señor, usted tiene en su mano la llave del caso” volvía a insistir el policía.
“Bueno, parece que llega Jesús, voy con él, que tiene que estar pasándolo fatal” dijo Ana. “Sí, es lo que tienes que hacer, ya hablaremos en otro momento” le dijo David. Ana se fue hacia Jesús que acababa de llegar vestido con una chupa de cuero negro y unos pantalones vaqueros rotos.
Don Juan miró al fondo de la habitación con los ojos desorbitados y la boca abierta como si hubiera visto un fantasma, estaba tan asustado que no podía casi ni articular palabra. El policía al verlo así le preguntó: “¿Qué le pasa? ¿Se encuentra bien?”. “Sí, sí, estoy bien” respondió en voz baja Don Juan “¿Usted quería saber quien es el asesino? Ahí lo tiene” Señaló a David entre los presentes. “¿Está usted seguro?” le preguntó el policía. Don Juan respondió: “Por supuesto que lo estoy, venga, corra a arrestarlo, ese es el asesino, aún recuerdo su cara perfectamente como miraba a los lados”. El policía se levantó, se acercó a David, le puso las esposas y le dijo: “Queda usted arrestado por el asesinato de Manuel García”. “¿Qué, qué? debe haber un error, yo soy inocente” gritó David. “El único testigo del crimen lo ha delatado, no hay duda”. “Pero no puede ser, yo estaba viendo un videoclip, no soy yo quien lo maté, no soy yo, soy inocente” seguía gritando. El policía se llevó a David mientras éste gritaba que era inocente.
Mientras era llevado fuera de la sala, David vio como Sara se levantaba, se quitaba las gafas y lo miraba, con una mirada tan penetrante como hiriente. Entonces supo que él era el culpable.